intercambio



Aquellas ventanas altas. Espejos de dos vidas. Las que transcurren a sus pies, visiblemente móviles y cambiantes. Las que se desplazan con la lentitud aparente de quien se siente acogido en el interior de la casa, pero no menos activas. No se constata especial diferencia. Los hálitos pueden ser otros, según hable fuera el aire, según digan dentro las palabras. Cuando se abren los cuarterones tiene lugar un intercambio. Ambos espacios ganan y se desproveen de algo. Pero no pierden. ¿Quién es más fuerte, el viento o el símbolo pronunciado por las bocas? Las dejas atrás, en la certidumbre de que la fuerza es de quien persevera.