insólitos paladares



Miles de paladares ciegos se abren voraces ante el paso de los viajeros. Ofrecen sus frutos. Pero los viajeros se arriesgan a sus dentelladas. Extraño monstruo cuya belleza deja sin aliento al que se deja sojuzgar por la tentación. Una mirada puede ser peligrosa. Una aproximación, fatal. El insólito ser crece en dirección centrífuga y con reacción centrípeta. Quien se sitúa en medio de ese arco de crecimiento sobre sí mismo perece. Quien trata de rozar su perímetro queda marcado. Quien no puede desviar su vista del instante de celo es tocado por la saliva fértil que secará sus ojos. El hermoso despliegue de su estrella deslumbra. Su geometría se nutre de la más ligera humedad que detecta en su cercanía. No hay sudor, secreción, humor, emanación o humedad que desprenda transeúnte alguno que no succione y paralice. Mantén, pues, la distancia, caminante.