la fuente



No dudar de que los peldaños conducen al manantial. El musgo lo delata. La pisada que desciende peldaño a peldaño percibe la humedad. La transmite a todo el cuerpo. Una bajada que se aparta de la superficie ordinaria del camino y desciende hacia la entraña de la tierra. No importa si ésta sea la boca de una sima o una pequeña rendija. Da igual si allá abajo hay un lago apacible y transparente o un mero hilo de agua. La piedra que consolida y canaliza su flujo hace de templo. Eres un hombre afortunado. Te espera la inmersión. Bendecirá tus labios y retará a tu sed.